Por:
Yanio Concepción
El nivel de contaminación
que sufre nuestro país, en especial la Región del Cibao, con el circuito de la muerte,
cuya área integran las provincias de Monseñor Noel, La Vega y Sánchez Ramírez
merece más atención desde el Estado; ya que la población y el medio ambiente
proveen significativos bienes y servicios eco-sistémicos. No obstante, la
explotación minera a cielo abierto, auspiciada y estimulada por autoridades
desde hace mas de 45 años, quienes han venido otorgando permisos de exploración
y explotación, son los mismos que hoy no miran a los niños por nacer, con un
alto nivel de contaminación continua del aire, agua y suelo.
La depredación de los
bosques, la extracción indiscriminada de agregados, el vertido de sustancias
liquidas y solidas a las fuentes acuíferas, la depredación inmisericorde del
lecho de nuestros ríos, la emisión de gases tóxicos a la atmosfera, el
desparrame urbano sobre las mejores y más fértiles tierras agrícolas sobre los
campos de La Vega, Moca, Licey, Bonao, San Francisco de Macorís y Mao, la baja
o poca remediación del pasivo ambiental generado por las trasnacionales, la complicidad
de las alcaldías en el ordenamiento de los territorios y reclamar el derecho de
la población, las irresponsabilidades de los funcionarios en asumir la defensa
de los intereses del país y una cultura empresarial depredadora y espoliadora
de los recursos naturales, en la que solo prima el interés pecuniario e
inmediatista; son motivos que nos deben llamar a una reflexión y análisis crítico
sobre el país que merecemos y debemos edificar.
Los efectos colaterales
derivados, conllevan a que en este tiempo del Estado de Derecho Social y
Democrático a cuantificar para cubrir la crisis social y ambiental de más 45
años acumulada.
La contaminación del
aire, de las aguas y de los suelos, junto a la falta de remediación ambiental
en la zona de explotación minera a cielo abierto, demanda por si solo un alerta
urgente sobre el estado de deterioro ambiental y cambio climático que están
sufriendo los seres vivientes y todo el entorno, es más que suficiente como
para formarnos una idea sobre hacia dónde vamos como país.
Es alarmante lo que
está sucediendo en las comunidades aledañas a las áreas de explotación minera en
el circuito de la muerte del Cibao Central, cuyas mineras han contado con el
beneplácito de políticos y gobernantes genuflexos y una patronal empresarial
pusilánime y comprometida con los peores intereses económicos de la derecha
internacional. Los procesos de idiotización de la población más vulnerable y
que sufre pobreza, han sido una constante, en donde se compra la conciencia
ciudadana.
Está llegando la hora
de exigirle a los aspirantes a las alcaldías, así como al Congreso Nacional y a
la Presidencia de la Republica, su propuesta clara de responsabilidad social
ambiental comunitaria y su compromiso con el bien común, en defensa de la casa
grande de todos que representa la ecología integral, su responsabilidad con
cada entorno y en particular con los temas de sostenibilidad ambiental, ante el
deterioro que sufre nuestro entorno, ante la realidad que esta implicando el
cambio climático, su responsabilidad con la toxicología ambiental y sus
repercusiones nocivas sobre los seres vivos, poblaciones, comunidades y los
ecosistemas en los cuales vivimos, en particular el aire, la tierra y el agua.
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