Por: Yanio Concepción
La guerra mediática se hace cada día más intensa en el país. Muchos funcionarios públicos y privados han reducido los medios de comunicación dominicanos a una
mesa de negociación donde el clientelismo, el soborno, la venta al mejor postor
imponen las reglas del juego.
La subcultura del sobrecito, el cofrecito, la cajita,
el soborno y el chantaje no es ética ni moral. Sin embargo, nuestros políticos,
empresarios y líderes institucionales han asumido este patrón como su principal
estrategia de negociación e intermediación. Los organismos de supervisión que
deben fiscalizar y rendir cuenta, al parecer, no advierten las triquiñuelas y
maniobras que se dan por debajo de la mesa de negocios.
La guerra mediática ha secuestrado la esperanza
de un pueblo que ya ve la corrupción como normal. El soborno de funcionarios públicos es rutinario en una democracia que exige cada
vez más transparencia, mata los valores que deben regirla conducta pública y privada.
En el caso de Loma Miranda, funcionarios que
deben aplicar el peso de la ley han sucumbido a la ley del peso. Congresistas
que deben preservar los recursos nacionales, han reservado su voto a favor de
recursos trasnacionales. Funcionarios públicos y congresistas que no han
entendido la responsabilidad social de su investidura han ignorado los informes
técnicos, la licencia ambiental del pueblo y de los Ayuntamientos, violando el
Derecho Social Democrático, la soberanía popular y el derecho ambiental constitucional.
Estos despropósitos ponen en tela de juicio a los hacedores de la ley y a los
funcionarios que deben cumplirla y hacerla cumplir.
Saber que los dominicanos, por su escasa cultura
y limitada educación política, por sus inmensas necesidades insatisfechas
tienen que someterse al mejor postor de compra de conciencia, nos hace un país
cómplice de los males sociales y de
enfrentar la corrupción e impunidad del poder de la corrupción.
La guerra mediática se ha impuesto en el sector público y privado. Esto
nos hace más débil para enfrentar la podredumbre que vive el país ante la
inmensa riqueza que se maneja para conseguir los objetivos económicos a la
buena o a la mala. La confesión del líder político Dr. Leonel
Fernández, expresidente de la República,
en su artículo “El poder y el liderazgo,
entre puestos y sobrecitos”, publicado el lunes 10 de febrero en el
Listín Diario, pone en evidencia la situación histórica del país.
Cuando un país pierde el asombro ante los actos
delictivos, la corrupción, la compra de conciencia, donde se ejerce el poder
por el poder, se pierde la sensibilidad y
la responsabilidad para enfrentar los males sociales. Vivimos en unas bacanales impúdicas donde se impone la
ley de “sálvese quien pueda”. Los valores, el conocimiento y la tecnología
deben vencer esta guerra mediática.
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