Por:
Yanio Concepción
Nuestro país avanza lentamente
en la curva del progreso. A pesar del crecimiento macroeconómico registrado en
las últimas décadas, persisten las desiguales sociales, económicas, políticas y raciales desde la fundación de la
República.
¡Mucha riqueza en poder de
unos pocos, mucha pobreza en las manos de la mayoría! Así avanzamos lentamente
aplazando la esperanza de felicidad de la gente que es el fin de todos los
gobiernos democráticos donde debe prevalecer el bien común, la inversión
pública racional, una política justa y una justicia social inclusiva.
El informe anual sobre
derechos humanos del Departamento de Estados de EE.UU. asume "La aplicación con carácter retroactivo de
políticas migratorias resulta en la apatridia de iure (de derecho) y de facto
para personas que han vivido en el país durante generaciones" violentando
un derecho humano universal. "Otros
problemas de derechos humanos (en República Dominicana) incluyen arrestos y
detenciones arbitrarias, asesinatos extrajudiciales, un papel débil de la
justicia, tráfico de personas, hacinamiento en las prisiones y discriminación
por orientación sexual" creando faltas graves de responsabilidad
pública de todos los gobernantes que han pasado por el Estado de Derecho.
Este informe pide "perseguir
y castigar a los funcionarios que cometen abusos". Que
estemos o no de acuerdo con este informe no cambia la verdad ni la realidad. Es
responsabilidad del Estado garantizar los derechos básicos de todos los habitantes
del país, independientemente de su condición migratoria para que no siga
prevaleciendo la impunidad y los desafueros públicos.
En el país hemos oído y
convivido con las injusticias que comenten las altas esferas del poder político
y empresarial en contra de los inmigrantes
haitianos y de sus hijos nacidos en el país donde no se les reconocen sus
derechos humanos ni legítimos. Si queremos prosperidad y desarrollo debemos
aplicar la ley sin impunidad sin retraso ni discriminación. Si queremos que se
nos respete afuera, tenemos que respetar adentro. Todos los dominicanos tenemos
o hemos tenido algún familiar ilegal en el exterior y “el negro detrás de la
oreja”.
Con buenas intenciones no se llega al cielo, ni se come, ni se aplica justicia, ni se educa. Hace falta voluntad de Estado que enfrente la complicidad política y empresarial y nos asegure un desarrollo sostenible más justo. El pueblo ha puesto su confianza en el Presidente de la República, pero no en sus funcionarios y resulta difícil gobernar un pueblo desconfiado de sus líderes, incrédulo de su sistema democrático, abusado en sus derechos e impaciente en su esperanza de progreso.
¡Basta de desigualdades y violaciones a los derechos humanos! ¡Cooperemos con el bien social, familiar e individual de forma inclusiva, justa y humana!
YC
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