Por: Yanio C. Concepción
Es cuestionable que en pleno
siglo XXI República Dominicana mantenga salarios de miseria como los del sector
público y privado, que son de menos de 8 mil pesos mensuales equivalentes a
US$195.00, teniendo en la última década un crecimiento anual del PIB por encima de 4%.
Es cuestionable que el
Estado y el sector privado propicien y profundicen la desigualdad social y
económica mientras ellos se vanaglorian de una bonanza escandalosa de
crecimiento económico. Nos preguntamos, ¿por qué y para qué seguir provocando
la pobreza del trabajador dominicano? ¿Qué pasa en nuestra sociedad de consumo?
¿Qué están haciendo nuestros actores políticos y económicos? ¿Por qué no se
busca mejorar la calidad de vida del dominicano? ¿Acaso saciando las apetencias
de algunos taparemos las zanjas de la desigualdad social de muchos?
SI no se mejoran los
salarios, el presupuesto familiar continuará sobregirado con una canasta familiar
de un simple quintil de 23 mil pesos.
Especialistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) le sugirieron a
República Dominicana elevar los salarios de mercado, por encima de los ingresos
alternativos para inducir a las personas a incorporarse a la fuerza de trabajo
y adoptar medidas que eleven la productividad “de modo que los empleos se vuelvan atractivos
para los potenciales trabajadores”. Si queremos prosperidad, hay que hacer más competitivo
el nivel salarial del país, para, por lo menos,
cubrir un quintil de la canasta familiar.
Sin educación y salario justo no hay desarrollo sostenible. La situación
socioeconómica del país requiere de actores políticos que visualicen la
tranquilidad social de un país que solo busca el progreso con libertad real,
donde prevalezca y se respeten las leyes del mercado, donde haya equidad. Sin salario justo no habrá
desarrollo ni prosperidad.
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