La celebración del bicentenario
del natalicio de Juan Pablo Duarte, dominicano
ilustre que desarrolló una vida digna como ciudadano entregándose en cuerpo y
alma a su Patria, jurando que Dios, Patria y libertad deberían prevalecer con su símbolo tricolor es una
invitación a cuidar la democracia y la paz de República Dominicana.
Guiar a los dominicanos a
alcanzar el ideal duartiano, desde el fervor de nuestra sangre, es conducirnos
a un renacimiento republicano en honor al hombre que lo dio todo por vernos
libres e independientes. Es muy propicia la ocasión para iniciar, desde el
Gobierno, una cruzada de promoción de los valores patrios que nos prepare para la
más alta cumbre de patriotismo que culmina el 27 de febrero de cada año, día de
la independencia nacional.
Al analizar los actores
actuales de la vida política, se encuentran todavía algunos santanistas que
continúan en su afán de caudillismo enfermizo atropellando nuestra incipiente
democracia, incluso en el espacio limitado de la ecografía de sus propios partidos
políticos. ¡Indignado! estará Duarte en el cielo al ver que los valores patrios
de justicia y libertad por los que dio su vida no se toman en cuenta en la actual
República Dominicana.
República Dominicana es nuestra
patria y debemos hacer honor a Juan Pablo Duarte, por su valentía para
liberarnos. Sus palabras: “Vivir sin Patria es lo mismo que vivir sin honor” deben
inspirar el orgullo patrio. Hoy más que nunca debemos apelar a la buena
voluntad política para honrar la memoria del hombre que lo dio todo por amor a
su país.
Nos toca a todos vivir y
conmemorar la valentía de los Patriotas Dominicanos, encabezados por Juan Pablo
Duarte. Vivir en valores es vivir con honor, es proclamar y reclamar que en el
país prevalezca el lema de la independencia para poder exclamar, como el
patricio en su lecho de muerte: “Viva la República Dominicana”.
¡Que a
partir de este año, con motivo del bicentenario de Juan Pablo Duarte, digamos
todos “qué linda en el tope está nuestra bandera tricolor ondeando con libertad”!
Entonemos e internalicemos de corazón el himno a Duarte escrito por Ramón Emilio Jiménez y
musicalizado por José de Jesús Ravelo:
En la fragua de
la escuela, nuestra patria fue forjada,
y al calor de tu
enseñanza le infundió vida sagrada.
La gloriosa
trinitaria que fundara tu heroísmo
fue la cátedra
primera de moral y de civismo.
Fuerza era que un
maestro preparara la conciencia
donde habría de
nacer la soñada independencia.
Y es así como
cantando tus virtudes haya el estro,
junto al padre de
la patria la figura del maestro.
En la escuela se
te honra por tus hechos sacrosantos
en las letras y
las notas encendidas de sus cantos.
Y al honrarte
recordamos tu patriótico heroísmo,
es al prócer y al
maestro que los dos son uno mismo.
La Bandera dice Patria y al decirlo se revela
que es el alma de
la patria señalándonos la escuela.
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