Se teje mucho hermetismo alrededor de la
figura del Presidente de la República por ser la persona que debe formar y
guiar el equipo responsable de satisfacer las necesidades y aspiraciones de
progreso y felicidad de todos, con una
medición constante de la Felicidad Nacional.
¿Por qué guardar tanto secreto con respecto a
la conformación del equipo que trabajará en educación, seguridad, el orden
público, el derecho a la vida, la reforma fiscal, la producción, la alimentación,
la salud? ¿Quiénes nos representarán fuera del país? ¿Quiénes serán los hombres
y mujeres elegidos para guiar el país a un mejor sendero de estudio, trabajo y
prosperidad? ¿Quiénes serán los protagonistas responsables de “corregir lo que
está mal, continuar lo que está bien y hacer lo que nunca se ha hecho”?
¿Cuántos dominicanos están dispuestos a
labrar la tierra, a cuidar nuestra flora y nuestra fauna, a guiar a los niños
por el camino de la paz, el bienestar socioeconómico y el bien común?
La percepción que tiene la gente es que el
nuevo Presidente será un hombre de consenso aunque, al parecer, las instancias
del poder quieren acorralarlo en el Comité Político de su partido con una lista
de puestos públicos comprometidos durante la campaña.
En fin, ¿cuál será el equipo que acompañará
al Presidente en la agenda del cooperativismo, la economía social y solidaria, la
economía pública y privada? El país tiene sed de transparencia y equidad. Hay
una nueva esperanza alrededor del Presidente electo. ¡Ojalá que el nuevo
gobierno interprete bien las aspiraciones del pueblo y actúe en consecuencia!
El pueblo llano, el auténtico pueblo dominicano sueña con un país justo,
seguro, próspero sin importarle, a final de cuentas, de qué corriente partidista
sale la obra.
Buscar el bienestar sicológico de las
personas debería ser la primera acción del gobierno ante los temores de salir a
la calle de la gente. Los efectos emocionales que la inseguridad ciudadana ha
causado han socavado la salud mental de la sociedad dominicana. Enfrentar los
robos, atracos y asaltos constantes a la población requiere una política clara que le devuelva la tranquilidad al pueblo.
Infundirle esperanza al país requiere impactar las comunidades con programas de desarrollo. Además, es necesario activar un plan
de ordenamiento territorial nacional, promover
la cultura como vehículo de educación y recreación sana, mejorar los
servicios de salud y muchas acciones más que todos los políticos conocen, pero
que no han tenido la voluntad de ejecutar.
La saturación de las aulas demuestra que es
imposible educar con conciencia a la niñez ávida de orientación. Construir un
país diferente sólo es posible si se construye un modelo educativo diferente.
Medidas simples como regular el uso abusivo del alcohol, fumar en los espacios
cerrados, enfrentar el deterioro progresivo que sufre la nación con la
delincuencia, la seguridad nacional deben ser planteados a corto, mediano y
largo plazo e involucrar a la población, sin demora, en un plan de nación
inclusivo.
Sin salud no hay vida y sin educación no hay
progreso en ningún país. En República Dominicana los servicios de salud pública
son precarios y la educación es un tema postergado. Para erradicar la pobreza
necesitamos mente sana y cuerpo sano, sin educación no hay desarrollo. Los
jóvenes demandan estudios y trabajo para progresar.
No hay sostenibilidad ni desarrollo si no se
protege el medio ambiente. Es difícil tener esperanza en un país donde no se protege
ni se garantiza la vida en ninguna de sus formas, humana, animal ni vegetal. Somos
media isla ubicada en el mismo trayecto del sol y de los huracanes, pero
olvidada por sus caminantes habituales.
El país de la esperanza requiere tecnología
para la medición del nivel de vida de todos por igual. Necesita un Gobierno más
cohesionado y justo en la aplicación de las políticas de Estado.
Señor Presidente, usted como guía tiene el
poder y la autoridad de llamar a los mejores hombres para llevar el país por los
senderos del desarrollo inclusivo. Usted ha sido enfático en su aspiración de
dirigir la nación con un gobierno de concertación. Comience ya a dar señales de
esperanza a un pueblo ávido de justicia social. No prolongue más la
incertidumbre de un futuro sin esperanza.
Señor Presidente, usted encendió una luz al
final del túnel al prometer “hacer lo que nunca se ha hecho, cambiar lo que
está mal y continuar lo que está bien”. Somos un país de esperanza, y en esta
nueva etapa, toda la esperanza del país está puesta alrededor de usted. No nos
defraude y haga lo que un Presidente consciente y sensible a las necesidades de
su pueblo debe hacer. ¡No permita que el país, nueva vez, pierda su esperanza!
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