¡El cambio es urgente! Por: Yanio Concepción


En los designios que el hombre programa con o sin visión de proteger al ser humano se impone cuidar la Casa Grande que es la ecología.  Hay que usar y administrar con prudencia y sabiduría  la economía que sostiene el desarrollo de los escasos recursos naturales que parecen ir menguando con el crecimiento de la humanidad.
Son muchos los seres vivos, individuos, animales y plantas, que han muerto por el descuido del Estado, de las instituciones y de las personas físicas  responsables de la salud ambiental, corporal y social de su comunidad.
Cada quien escoge la filosofía, ideales, culto y política, que guía su vida.  Con educación o sin ella, con cultura o sin ella, todos tenemos una misión que cumplir. Todos, en mayor o menor medida, somos conducidos por  las herramientas políticas que define el Estado, según su concepto del bienestar de los pobladores de cada país.
República Dominicana de un Estado Republicano Democrático, desde enero 2010, cambió su esencia a Estado Social y Democrático De Derecho, sin que el pueblo mismo entienda la magnitud y responsabilidad política de lo que esto representa realmente.
En un Estado carente de sensibilidad y afecto social, como el nuestro, el bien común se queda suspendido en teorías y prácticas neoliberales. Los millones de desposeídos de nuestro país arrastran una larga carencia desde el primer presidente de la nación dominicana, Pedro Santana. Este primer Gobierno, que lejos de seguir los postulados  trinitarios plasmados por consenso democrático cambió el panorama socioeconómico de la nación por el clientelismo parasitario, hasta desterrar y fusilar a los patriotas que crearon la real democracia dominicana.
Sustentar un país sin visión, sin culto, sin democracia, sin ecología y con una seudoeconomía real es adormecer las aspiraciones y necesidades de una población urbana que demanda un liderazgo comprometido con el bien común como corresponde a un Estado Social y Democrático.
En la vida de los seres humanos es determinante renovarse o morir. La vitalidad no es durar sino cambiar. Vivir es caminar y tratar de alcanzar el futuro. Estamos en buen camino para no retroceder hasta lograr las metas planteadas y volver a trazar metas nuevas, porque quien no progresa y cambia la vida lo arrolla.
La sociedad dominicana, plagada desde sus inicios de corrupción, pobre educación, débil estado de derecho, ha tenido mucha dificultad para cumplir su misión como nación. El incumplimiento del deber frente a la naturaleza, al ser humano y a las normas elementales de la convivencia ha llevado al fracaso las políticas públicas y con ello han ensombrecido el porvenir de la nación.
El gran benefactor que debería ser el Estado ha fracasado en sus responsabilidades primarias de garantizar la vida de los ciudadanos y su hábitat. Los cooperativistas debemos empoderarnos y exigir el cuidado, compromiso y lealtad de todos para conducir nuestro país por el mejor rumbo del Estado Social y Democrático. La economía social y solidaria, en la bandera del cooperativismo, ha probado su esencia social, ambiental y económica en las más diversas sociedades, desde las más carenciadas hasta las más desarrolladas. Todavía luchamos por la felicidad de la gente que trabaja y tiene derecho legal y adquirido a disfrutar de una mejor vida.
En el Año Internacional de las Cooperativas, el escenario mundial está listo y expectante, para exponer las bondades y fortalezas del cooperativismo en el mundo y el país como propuesta para salvar la Casa Grande de República Dominicana anteponiendo los mejores intereses colectivos. La defensa del futuro de la isla amparado en un plan de protección a la ecología, un régimen económico justo y una sociedad dominicana ética son aspiraciones genuinas del sistema cooperativo dominicano, sin importar su tipología.
Hay que exigir el despertar político, social, eco-económico de la sociedad en  la prédica y práctica del nuevo Estado Social y Democrático Real dominicano.
Demandamos la educación integral de cada ciudadano, enseñándole a pescar para que coma el resto de su vida, la educación eco-económica, pues sin educación no se pueden producir ni distribuir los bienes y servicios necesarios.
El cooperativismo es doctrina y es acción. La sociedad actual, mírese por donde se mire, exige un cambio radical. La mayoría de las teorías económicas esnobistas llegaron, se instalaron y caducaron. El cooperativismo ha sobrevivido con gloria a todas las tendencias y conceptualizaciones económicas. Ha emergido con fuerza de las peores crisis que han azotado a regímenes que se creían invencibles. Definitivamente el cooperativismo es la una alternativa Real. 

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