Por: Yanio Concepción
¿Qué
hacer en un país invadido por inoperancia, inobservancia y dejadez en el
cumplimiento de las leyes? ¿Qué hacer cuando en nuestra cara se tejen problemas que lejos de buscar un consenso
para resolverlos como nación se juega con el tiempo como estrategia política
pretendiendo olvidar todo y creando
agenda tras agenda pública sin dejar resuelto ningún tema?
La falta de política institucional clara y
consistente sobre temas cruciales como el medio ambiente, la minería y la
migración haitiana ponen al tapete los Poderes del Estado. Estos deben aplicar
las leyes y jugar su rol democrático y de derecho como su principal función
haciéndose garantes del desarrollo Constitucional. ¿Qué nos espera con un
Congreso Nacional que no asume su responsabilidad ni hace valer su poder de
legislar, fiscalizar y representar los cambios que deben introducirse en la
nueva Constitución hecha para nuevos tiempos de derecho democrático?
La poca visión y compromiso de enfrentar una
realidad latente y patente nos da a
todos en la cara como es el caso de Haití. La inmisericorde minería a cielo abierto
viola el derecho ambiental de los dominicanos, con la nefasta autorización
estatal de concesiones mineras a diestra y siniestra. Esta realidad revela la
falta de institucionalidad del Estado que, sin importar reglas, normas ni
derechos fundamentales se sirve de la ley para engañar, para mentir y para
ultrajar obstruyendo un verdadero desarrollo sostenible atendiendo a las
prioridades del país.
Podemos tener confianza en ciertos
representantes políticos y la buena intención del Presidente de la República,
pero siempre viene la duda acerca de lo que piensan los partidos, sus técnicos
más calificados y la sociedad en su conjunto al definir y unificar como país
los temas de transcendencia nacional. ¿Qué opinan realmente los burós de los
partidos para crear en la divergencia lo que más le conviene al país a corto y
largo plazo?
Es necesario analizar desde el punto de vista
del derecho humano y ambiental, nacional e internacional, la problemática de la
explotación minera a cielo abierto y su impacto en el cambio climático. Hasta
ahora solo ha dejado pobreza y más pobreza a los países donde impera la
influencia foránea aliada a la corrupción. Urge un pacto de nación para
enfrentar real y valientemente las
amenazas que nos acechan y encaminar el país hacia una sola dirección.
No quisiéramos llegar a la condición del
vecino país Haití, pobre y deforestado, sin riquezas minerales ni agrícolas,
sin un rumbo político definido, teniendo nuestra frontera como la vía más fácil
para enfrentar su pobreza.
¿Qué pasará con la avalancha de explotaciones
mineras aprobadas por el Estado Dominicano y aprovechada por la voracidad
desmedida de las corporaciones que conocen muy bien nuestras debilidades
institucionales y la ambición insaciable de nuestros representantes políticos
que ceden con facilidad por la impunidad y la corrupción que los protege a
cambio de la permanencia pública y privada?
Nuestras relaciones con Haití y el medio
ambiente necesitan soluciones imperiosas como nación. !Basta de juegos con estrategias interesadas!
Es tiempo de ver nuestra realidad y emprender positivamente nuestro futuro como
nación.
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