El País se Entristece

Por: Yanio Concepción
El camino que recorremos en la modernidad es de mucha nostalgia, depresión, suicidio, maltrato a los niños y a las mujeres. Las pasiones desbordadas de algunos machos han provocado altos índices de asesinato de mujeres que buscan alcanzar su liberación social y económica y forjar una familia al lado de un hombre.

El país, al paso que va, necesitaría emplear a más de tres mil sicólogos y siquiatras de salud pública para sanar a cientos de miles de enfermos mentales que deambulan por las calles y otros, la mayoría, que convive con una familia, pero que producto de las presiones para alcanzar el éxito a cualquier precio se han ido deteriorando emocionalmente. Pero no hay presupuesto ni voluntad política para cuidar la salud mental de los ciudadanos.

La juventud dominicana, envuelta en la venta y consumo de drogas, atracos, asaltos  y delitos, sin importar el castigo que les aceche, quiere tener dinero rápido y "fácil" para subsistir a como dé lugar. Ver a niños y jóvenes violados sin el apoyo de un sicólogo, siquiatra, sociólogo, trabajador social que los ayude a superar el trauma de ser abusados por quienes debían protegerlos, indigna y entristece.

El país se entristece por falta de voluntad política para la creación de empleos. La dignificación del campo con la carrera de agronomía, veterinaria, guardabosques, la protección de ríos, mares,  la falta de canalización del agua para el consumo humano y para abastecer los campos son cosas que nunca se han hecho. Para garantizar la seguridad alimentaria de cientos de miles de niños, jóvenes y adultos se pueden cooperativizar, con la asociatividad y el trabajo colectivo, los terrenos baldíos como solución para producir y vivir en comunidad.

Solo con ver, juzgar y actuar de manera colectiva podemos enfrentar la tristeza que vive el país por la inhumanidad de los funcionarios públicos y la falta de coherencia del Estado en asegurar y garantizar que primero es la gente. El presidente Danilo Medina, en  su discurso en la 67ma sesión de la Asamblea General de la ONU del 25 septiembre del 2012, expresó  que: “La economía ha de estar al servicio de las personas, no al revés”. Aquí parece que es todo lo contrario.

Pensar, decir y hacer es compromiso de los políticos que dirigen los destinos del país. Ojalá no se pierda la confianza, como lo manifestaba el presidente Medina en la ONU: “La percepción de muchos de nuestros conciudadanos es que el crecimiento del Producto Interno Bruto no expresa sus carencias y desesperanzas”.

Para enfrentar la tristeza hay que dejar atrás la retórica y los clichés que causan más tristeza a la gente y colocan el país a espaldas de Dios. Con un crecimiento económico anual sostenido y sostenible, ya no hay razón valedera para seguir aumentando la tristeza y el desgano de los conciudadanos. Ya no hay excusa para mantener a un equipo que no funciona bien. Es responsabilidad del Poder Ejecutivo cambiar a los gerentes para producir resultados que lleven felicidad a la gente. Es tiempo de escoger a los mejores para dirigir el país. Confiamos en los políticos para que actúen en nombre de todos nosotros, para mejor no para peor.


Cuando se traiciona la voluntad de un pueblo también se traiciona a Dios. Cuando se dice una cosa y se hace otra en el Estado, también se traiciona a Dios. Cuando se cometen actos de corrupción también se traiciona a Dios. Amar al prójimo y a Dios es amar al pueblo de Dios. Trabajar por la felicidad de la gente es trabajar para agradar a Dios. Afrontemos la tristeza del país con responsabilidad e integridad para vivir en un mundo mejor.

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