Clamar a Dios y Actuar ante la Delincuencia

Por: Yanio Concepción
Editorial Radio Santa Maria
10 de julio, 2013

¿En manos de quién está la seguridad ciudadana: de la Iglesia, de la policía, del gobierno o del mismo ciudadano?

La Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) sostuvo un encuentro con el Jefe de la Policía Nacional y le prometieron orar por el bienestar de los agentes. Exhortó alos obispos católicos, en sus respectivas Diócesis, a  ofrecer sus oraciones a Dios pidiéndole protección para los agentes que cada día tienen que enfrentarse a situaciones riesgosas y difíciles”.  A nivel nacional, todos anhelamos un Plan de Seguridad Ciudadana donde se respeten los derechos humanos más elementales.

La delincuencia nos ha colocado en una gran crisis de inseguridad y temor. Recientemente el Jefe de las Fuerzas Armadas, el almirante Sigfrido Pared Pérez, declaró que “prefiere que maten a 50 delincuentes y no a un policía”. Necesitamos unidad y solidaridad para enfrentar la debacle que vive el país y pedirle a Dios que meta sus manos en ambas partes.

Los continuos ataques de la delincuencia han colocado el país en estado de emergencia. Es urgente buscar soluciones efectivas y reales ante esta situación que se profundiza cada día más por falta de unidades de investigación e inteligencia, cámaras de seguridad en los semáforos y voluntad política y militar.

Pared Pérez preguntó: "¿De qué les vale a las instituciones militares y policiales apresar a quienes cometen actos que riñen con la ley, si cuando llegan ante un juez consiguen su libertad de una manera fácil?".

Día y noche  caminamos inseguros en cada sector de la población donde existe una semilla naciente de la delincuencia por la falta de oportunidades de una niñez y juventud que no ve salida a su presente ni esperanza en su futuro. Por muchas faltas acumuladas en educación, deportes, cultura, recreación, formación familiar, negligencia pastoral vivimos en una sociedad plagada de antivalores como el respeto a Dios, a la Patria y a la libertad. 

La población tiene miedo de caminar en su propio país por los robos, asaltos, atracos y asesinatos que aterrorizan a las familias que no duermen, cuando sus hijos están en la calle.

Con la fe en Dios, la Iglesia orará por la policía que sale con hambre a combatir el crimen organizado. Nuestra policía también arrastra vicios y está enferma de una sociedad que la ha marginado a las orillas de la miseria y en su ejercicio desbordan todas sus locuras y desechos sin control por no tener para construir ni siquiera un sanitario digno.


¿Quién nos amparará ante la amenaza constante de la delincuencia en todos los niveles? ¿Qué pasara con el pueblo indefenso? ¿Qué harán cuando la delincuencia atente contra la seguridad de un miembro de la familia presidencial del mismo Presidente? ¿Qué nos espera en una sociedad insegura e indefensa de justicia que lanza a la calle cada día más y más delincuentes y más y más militares? En nuestro país las causas son tan  profundas que sobrepasan  el núcleo familiar que busca cómo subsistir en los niveles más bajos de la pobreza donde convive policía y comunidad.

YC

Comentarios