Diciembre
llama a renovar la fe y la esperanza como familia, Iglesia y país. Nos llama a
ver porvenir en los padres que esperan un hijo y que sienten la cercanía de
Dios en el espíritu de la navidad. Esto anima a un compromiso de amor por la
familia y un país que, ante la exclusión
social, teje esperanzas, a pesar de la ambición de actores públicos.
En
el país hay más de doce aspirantes a la presidencia, que no dan respiro a la
tranquilidad ciudadana. Ellos no poseen
una carta de presentación confiable que llene de esperanza y fe en un mejor
porvenir a los votantes. Ya nos presionan en medios y carreteras con enormes
vallas. En cada rincón empiezan las discusiones sobre pre-candidatos que agotan
tiempo y recursos públicos por su afán de lucro y poder.
Los
padres inyectan fe y confianza. El Estado, como un padre grande, está llamado a
sentir y pensar en todos. Por ser tal, debería unirnos como buena familia cristiana,
llena de valores, luz y prosperidad. Sin embargo, vivimos bajo un Estado
pequeño, endeudado social y económicamente.
Para
celebrar el verdadero espíritu de la Navidad, de unión y paz, reflexionemos
sobre el nacimiento del niño Jesús ¿En quiénes pondremos fe y esperanza? La
vida diaria está agobiada de incertidumbre. Muchos ciudadanos se muestran pasivos,
sin pensamiento crítico. Es tiempo de avanzar con fe y amor, valores que nos
comprometen a ser personas de acción, combatiendo el miedo ante quienes usan
todos los poderes para imponer la pobreza y la división en la familia.
Jesús
y la navidad nos llaman a reflexión sobre el
país que debe renacer en un próspero año nuevo, sin utopías. Es tiempo
de prepararnos dignamente, con fe y amor, para la venida del Señor, asumiendo
un pensamiento crítico sobre las acciones de quienes nos guían desde la administración
pública, privada e instituciones de servicios.
Jesús
es “el árbitro de las naciones y el juez
de pueblos numerosos”. Es tiempo de que marchemos, de que caminemos hacia
la luz del niño Jesús, con fe y esperanza.
¡Que
no se pierdan el amor, la fe y la esperanza, como clama nuestro obispo, Mr.
Antonio Camilo!
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