En República Dominicana “no salimos de una”,
como dice el pueblo. Ahora nos hemos metido en un debate nacional e internacional
por la sentencia dictada por el Tribunal Constitucional sobre la legalidad o ilegalidad
de los hijos de haitianos y extranjeros nacidos en territorio dominicano desde 1929.
Se consideran ilegales todos los extranjeros que han permanecido después de
vencido su visado o sin visa y que no han obtenido la residencia o ciudadanía
dominicana.
Mientras en EE.UU. se debate una reforma
migratoria para documentar a más de 11 millones de ilegales, en el país se
juega al gato y el ratón con el tema de
los inmigrantes haitianos. Esto impacta de manera directa a más 400 mil
personas de origen haitiano y mantiene el país en el observatorio de la ONU y
de los organismos nacionales e internacionales de defensa de los derechos
humanos.
El país tiene derecho a definir el estatus migratorio
de los descendientes de haitianos y extranjeros, siempre y cuando no lesione derechos
humanos fundamentales como país dignatario de organismos internacionales que demandan
transparencia en nuestro accionar con respecto a los derechos humanos y de
migración. Este debate aviva el resentimiento anidado por más de 190 años producto
de la dominación haitiana al declarar apátridas a miles de haitianos que han residido
aquí por décadas.
Dejar que un partido minoritario, como la FNP,
dirija la visión migratoria del país, en especial de la migración haitiana, pone
al descubierto la falta de una política de Estado clara, justa y legitima en
este orden. El tema migratorio es un asunto de competencia nacional e
internacional ya que involucra a ciudadanos extranjeros. Esto nos hace pasible de
censura o represalias ante los organismos de derechos humanos y afecta nuestras
relaciones internacionales con los países afectados.
Es tiempo de un debate transparente, integral
y justo de nuestras relaciones con el hermano país de Haití. Compartir una
misma isla nos obliga a mantener relaciones armoniosas de mutua conveniencia
con nuestros vecinos ya que las dificultades y necesidades siguen creciendo a
ambos lados de la frontera, sin solución a la vista.
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